"No hay que olvidar el pasado. Hay que mirar el pasado como una historia. Una historia que nos cuenta que siempre se necesita fé para salir adelante, en técnica, en sensibilidad, en ideas. La Historia es relevante para la carrera de cualquier persona. Ustedes no pueden mirarse sólo a ustedes mismos; de esa forma, no se verán. Ni sabrán qué hacer ni cómo hacerlo... Yo encuentro inspiración en todas partes: en la cultura, en la Historia, en los libros... El conocimiento de la Historia les dará la forma de sentirse seguros y bien con ustedes mismos...Entonces triunfarán en su propio ser y en sus talentos..."
Aldo Coppola, estilista italiano.

En las sociedades paleolíticas primitivas, quienes cortaban el pelo eran las personas con más autoridad en los grupos sociales. Se pensaba que en el cabello residía el alma de la gente, que era una manifestación de los pensamientos. Cortarlo era una forma de quitarse la esencia de lo malo acumulado en ellos y renovar energías. Por eso esa tarea era confiada a los más sabios, a los sacerdotes.
Se han encontrado afeitadoras hechas con piedras afiladas de la Edad del Bronce, de 3.500 años de antigüedad, en excavaciones en Egipto.

En la Antigua Grecia, el oficio de barbero se volvió muy popular. Cerca del siglo V AC, el estilo de los hombres era de cabellos enrulados y barbas, las cuales recortaban, enrulaban y peinaban. A esta tarea se dedicaban los barberos. El arte de cortar y arreglar las barbas llegó a ser una profesión en la Antigua Grecia. Es allí donde se formaron las primeras barberías, que llegaron a ser puntos de reunión, como clubes, para los hombres, donde se reunían y conversaban sobre temas filosóficos, políticos o comunales. Esas barberías eran para ellos tan importantes como punto de reunión como el Agora, la plaza pública. La tarea de estos barberos era, además de cortar y peinar los cabellos y barbas, masajearlos, cepillarlos y darles brillo con lociones, pomadas y cera de abejas. Como el pelo de los griegos era generalmente de colores oscuros, también lo teñían de rubio. El toque final era perfumarlos con esencias a base de flores y aceite de oliva. Las mujeres hacían sus cortes y sus peinados dentro de sus hogares, asistidas por sus criadas. En el siglo III AC, Alejandro Magno conquista casi todo el Asia y pierde varias batallas contra los persas a causa de las barbas de sus militares. Los persas los agarraban fácilmente por las barbas y los desmontaban de los caballos, ganando superioridad en las batallas. Alejandro Magno dio entonces la orden en todos sus dominios que los soldados debían tener su rostro completamente afeitado. Al poco tiempo, los civiles siguieron la moda y las barbas se dejaron de usar. A mayores afeitadas, más trabajo tuvieron entonces los barberos, quienes ahora debían atender a sus clientes cada dos o tres días.
En el Imperio Romano, hasta esa época los hombres usaban barbas y cabellos largos. Pero la influencia de los griegos les trajo la moda de los barberos y las barberías. En el año 296 AC, Ticinius Mena, un senador romano, vuelve a Roma desde Sicilia e introduce la costumbre de las barberías. Según cuenta Plinio el Viejo, el primer romano importante que apareció afeitado fue el general y cónsul Escipión el Africano. Así aparece su imagen en una moneda del siglo III AC. A partir de esa fecha, ése será el estilo de los hombres en Roma, hasta casi la caída del Imperio, donde vuelven a usarse las barbas y los cabellos largos. Los barberos se llamaban tonsores, y también entre los romanos, la profesión de tonsurar era muy respetada. Los romanos cuidaban mucho su aspecto, y pronto las tonstrinae (barberías), al igual que en Grecia, se volverán un punto de reunión y de sociabilidad importante para los romanos. La operación del afeitado de las barbas era hecha sólo con agua y navajas de bronce afiladas con piedras, ("novaculae") o por medio de depilación con cera de abejas y pinzas depiladoras. Además de cortarles el cabello, los masajeaban, les hacían manicura y pedicuría, y los perfumaban. Los romanos pasaban varias horas en las barberías para estos cuidados. E incluso en esa época los barberos comenzaron a hacer también extracciones dentales. Los patricios, gente de mejor posición social, tenían sus propios barberos dentro del conjunto de su servidumbre. Y las mujeres contaban siempre con barberos personales entre sus esclavos.
LOS BARBEROS-CIRUJANOS:



Enrique VIII recibiendo a los barberos-cirujanos (1543), por Hans Holbein.
EL VERDADERO ORIGEN DE LA INSIGNIA DE LOS BARBEROS


LIMITACION DEL OFICIO A TAREAS TONSURALES:
Hasta 1745, las corporaciones de cirujanos funcionaron junto con las compañías de barberos. A partir de ese año, por decisión del rey Jorge II de Gran Bretaña, las corporaciones serán separadas y los barberos deberán limitarse a sus funciones de corte y arreglo del cabello. El rey Luis XIV en Francia tomará la misma medida pocos años después. Esto producirá una declinación y una pérdida de prestigio en la profesión de barbero. A partir de la 2a. mitad de l siglo XVII, las barberías se vuelven lugares frecuentados por gente de bajo nivel social, y los barberos pierden respeto y categoría social.
LOS PELUQUEROS:
Sin embargo, inmediatamente un nuevo enfoque en los estilos de cabello de la gente, hará que en a partir de la 2a. mitad del siglo XVIII, los barberos vuelvan a tener importancia y relevancia en la sociedad. El creciente uso de las pelucas en los hombres, y en las mujeres, a partir de 1fines del siglo XVII, logrará que los barberos se transformen en peluqueros, es decir, fabricantes y diseñadores de pelucas. Quienes, además de diseñarlas y colocarlas, tendrían la tarea de mantenerlas en buen estado periódicamente. Las pelucas del siglo XVIII fueron famosas por sus diseños espectalures y elegantes. De a poco, todo el mundo comenzó a usar pelucas: los hombres, pelucas generalmente empolvadas en un tono gris blancuzco, y las mujeres, a partir de 1770, pelucas de todos colores que se fueron haciendo cada vez más altas, hasta el final del siglo. El diseño de estas pelucas era una tarea complicada, y se transformó en toda una industria de primerísima necesidad. Se hacían de cabello humano, las más apreciadas, y las más baratas de fibra de algodón o pelo de animales. Cuando la peluca era terminada de diseñarse se perfumaba con flores cítricas y luego se espolvoreaba con almidón o talco coloreado. Las fábricas de pelucas se volvieron importantes y empleaban mucha gente. En Europa había factorías que tenían más de 600 empleados trabajando. El incendio de una de estas fábricas de pelucas fue famoso en 1729 pues destruyó casi completamente la ciudad de York, en Inglaterra. En la mitad del siglo 18, un famoso peluquero inglés, Richard Arkwright, descubrió una fórmula para hacer una tintura para pelucas que no se borraba con el agua. Luego, trabajando en pelucas, Arkwright desarrolló una máquina para hilado de algodón que fue una precursora de las modernas procesadoras.

Barbería- peluquería en el siglo XVIII
EL RESURGIMIENTO DE LA PROFESION DE BARBERO:

A pesar de que ya no estaban autorizados legalmente a hacerlo, en muchos lugares los barberos todavía seguían practicando sangrías y extracciones dentales, especialmente en los lugares donde no había profesionales de la medicina cerca. Pero a partir de 1850 esta costumbre desapareció totalmente. La profesión volvió a reorganizarse, entonces, basada solamente en el cabello.
Después de la segunda mitad del siglo XIX, había peluquerías en todos los pueblos y en todas las ciudades, y comenzaron a formarse también cadenas de peluquerías. Los barberos comenzaron a tomar nuevamente prestigio social y la actividad tuvo un resurgimiento, lo que motivó la búsqueda de nuevos stándards y regulaciones para darle más jerarquía a la profesión.

Al comenzar el siglo XX, los gremios comienzan a darle un nivel más científico a su profesión, con la asistencia de químicos, quiroprácticos, anatomistas y biólogos. En 1924 se fundó la Associated Master Barbers of America (AMBA) en Chicago. Este gremio actualmente se llama Hair International. Cuando si inician los primeros viajes en transatláticos, las líneas navieras proveen a sus pasajeros de un servicio de barbería para lucir bien afeitados durante el viaje.
Durante casi todo el siglo XX las peluquerías fueron sólo para hombres o sólo para mujeres. Culminando la década del '70, entre los hombres se ponen de moda cortes y peinados con el cabello muy largo, con largas patillas y armados en permanente, o laqueados. Las peluquerías tradicionales masculinas, en general, no atenderán estos servicios, más acordes con la estructura de las peluquerías de mujeres, y entonces los barberos expandirán su clientela y atenderán a hombres y mujeres juntos. En la década del '80 serán cada vez más comunes las peluquerías unIsex, y ya en los '90 este tipo de locales será lo más común. Actualmente todavía existen peluquerías sólo para hombres o para mujeres, pero son la minoría. La mayoría de los estilistas atienden a los dos sexos indistintamente.
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